& 39;Mamá, ¿los pistachos son sanos?& 39; Tengo tanto interés en que mis hijas sigan una alimentación sana y equilibrada y que entiendan por qué hay cosas que se deben comer a diario y otras solo de vez en cuando, que preguntas como esta me las hacen cada dos por tres. Es entonces que me puse a pensar, ¿y si les digo a las niñas de vez en cuando que cocinemos en familia?
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Seguramente tendréis en casa grandes cantidades de juguetes y de juegos, pero frecuentemente os preguntaréis: ¿Cuáles de ellos son útiles como entrenamiento cognitivo aparte de lúdico? ¿Podemos crear de juegos nuevos y útiles desde casa cuando no los tenemos a mano o incluso se cansen de los habituales?
Existen muchas y distintas técnicas de relajación, que los padres podemos aplicar en casa con los niños. Seguro que si piensas te viene a la mente alguna o muchas. Incluso, es posible que las hayas puesto en práctica en momentos de mucho estrés o incluso pánico. Los niños, así como los padres, también necesitan relajarse.
El aprendizaje de la experiencia es lo que más enseña en esta vida tanto a adultos como a niños. Por este motivo, los padres deben dejar a los niños que cometan errores de vez en cuando, porque es la única manera de que exista un aprendizaje real e integrado. Pero esto no es tan fácil como parece.Desde que los hijos nacen, los padres los aman incondicionalmente y a medida que crecen se les apoya para que aprendan todo en la vida, empezando a sentarse, a gatear o caminar.
Hay algo que todos los padres y madres tenemos muy claro en la teoría pero que, en la práctica, parece más complicado de cumplir: proponer buenos hábitos y rutinas a los niños y que estos funcionen. Son esenciales para el buen desarrollo físico pero también emocional de nuestros hijos, de ahí la importancia de establecerlos en casa de una manera respetuosa pero efectiva.
Se pueden dar ciertas situaciones excepcionales que obligan a los niños a quedarse en casa durante largos periodos de tiempo. En este momento, los padres nos convertimos en los profesores de nuestros hijos y debemos buscar modelos educativos alternativos que les permitan aprender y repasar sin ir al colegio.
Los niños necesitan seguir una rutina para sentirse seguros y tranquilos en su ambiente. Esta rutina establece horarios, pero además los hábitos repetitivos ayudan a construir un equilibrio emocional que les proporciona un mecanismo importantísimo para su educación y para la construcción de su personalidad.
El método Doman o también llamado método Filadelfia surge de los estudios e investigaciones que hacen sobre el tratamiento de niños con lesiones cerebrales, neurólogos y especialistas coordinados por el doctor Glenn Doman.La base de estos estudios considera que aunque haya neuronas muertas debido a estas lesiones, aún quedan neuronas vivas y con la estimulación adecuada a una edad temprana estas neuronas pueden aprender a establecer las conexiones necesarias para hacer las funciones de las que ya no están.
El mundo de los niños es un mundo complejo, en el que el corazón, en su sentido metafórico, se estructura en diferentes partes que le ayudan en su desarrollo emocional. Reír, experimentar, soñar y jugar son algunas de esas cosas que hacen que su corazón se sienta feliz y en armonía. Pero, ¿cuáles son esas 17 partes en las que se divide el corazón de los niños y que tenemos que ayudarles a que no pierda ninguna?
¿Qué necesita un niño para aprender en el colegio? ¿Necesita más horas de estudio, más apoyo por parte de los profesores o los padres? ¡Nada de esto! El cerebro de los niños necesita emociones para aprender. Una forma de conseguirlo es utilizando la técnica de memorización el Palacio de la Memoria.¿Qué podemos hacer para que los niños no relacionan el estudio con algo aburrido o negativo?
¿Qué nos motiva a seguir adelante? ¿De dónde sacamos fuerzas para reconstruir lo que está roto? La respuesta es simple: de nuestro interior. Por eso es importante que, desde la infancia, se le enseñe a los niños a comprender sus fortalezas personales internas y lo beneficioso que puede llegar potenciarlas.
Como madre, muchas veces me he preguntado cómo puedo despertar y potenciar la felicidad en los niños, en mi hija. Bienestar, despreocupación, seguridad o tranquilidad son algunas situaciones que pueden definir muy bien la felicidad. Conseguir que nuestros hijos sean niños felices es una de nuestras principales metas, aunque no siempre es fácil conseguirlo.
Todos sabemos que, aunque siempre ayuda, el dinero no da la felicidad. Entonces, ¿dónde podemos encontrar esa felicidad para nosotros y para nuestros hijos? ¿Qué necesitamos para ser felices? El famoso psicólogo Martin Seligman no habla de religión, ni de cosas materiales, ni de estatus social, ni de belleza exterior, él menciona las 24 cosas que necesitan nuestros hijos para ser felices.
No es lo mismo una discapacidad cognitiva o intelectual que una discapacidad motriz y, por eso, la forma de trabajar la educación con cada uno de estos grupos de niños es totalmente diferente. Lo que si es un denominado común es todo lo que aprenden los niños con discapacidad a través del juego: autonomía, ganar y perder, reglas, capacidad de superación.
Ninguna cara brilla más que la de un niño cuando descubre el poder de la magia la noche de Navidad momentos antes de escuchar a los renos pasar por la ventana de su casa o el día 6 de enero al despertarse y ver en el salón, junto al portal del Belén, cajas de regalos; por no hablar de la sorpresa que les supone encontrar una moneda debajo de su almohada puesta ahí por el ratoncito Pérez.
Un niño/a con discapacidad es una persona que presenta una deficiencia física, mental, intelectual o sensorial (de manera previsiblemente permanente) y que se encuentra con una serie de & 39;barreras& 39; que le limitan e impiden su participación plena en la sociedad en igualdad de condiciones que los demás niños de su edad.
A diario muchos niños y niñas con algún tipo de discapacidad acuden a clase en colegios ordinarios para recibir una educación. En estos centros comparten pupitre con compañeros sin discapacidad. Los caminos de todos ellos, en la teoría, deberían ser parejos, en cambio, se complican para los primeros, que además de sortear numerosas barreras físicas deben burlar los obstáculos que no se ven, es decir, los prejuicios humanos que ralentizan su paso, frenan sus sillas de ruedas y entorpecen su progreso.